jueves, 19 de noviembre de 2009

Laberintos

Entreviendo quizás un infinito círculo temporal, Brandsen abrió la décima puerta y se internó otra vez en el oscuro laberinto. En el preciso instante en que cruzó el umbral le sobrevinó una oscuridad total, casi pesada. Con la siniestra tanteó la rugosa pared: otra vez la misma textura pedregosa, alternándose cada diez metros con un breve espacio vacío, en el que adivinaba largos corredores y estrechas escaleras. A su derecha sabía se extendía una pared de inclinación piramidal que formaba un arco de 180º con el suelo. Acaso infinita, había comprobado con horror que en cada pasillo se repetía la misma estructura, fuera ese acaso el motivo por el que no había tomado siempre el sendero hacia la izquierda, como sabía era regla general en asquellos extensos y místicos lugares (Knossos, Andre le Notre, Altjessnitz)

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Inquisición Primera (II)

Me parafraseo: el ser humano no puede entender la noción de eternidad, su tamaño, su grandeza. A lo mejor, y tal vez con esto me este respondiendo a mi mismo, no la entiende porque la Eternidad es una característica de carácter divino.

Sí, a veces hay que volver a preguntarse

martes, 10 de noviembre de 2009

Inquisición primera


Creo en lo infinito, no en lo eterno. En algún momento, “esto” tuvo que haber empezado (entiéndase la vida, el mundo, el tiempo y el espacio, el sinfín de elementos que componen y hacen al universo). Nunca el ser humano pudo entender la noción de eternidad por la lógica (y si lo hizo fue de la mano de la fe), pues escapa a su nivel de comprensión. Si ésta existiese, nuestra vida, nuestro cuerpo, serían un elemento ínfimo, enteramente insignificante, sin sentido alguno para el orden del cosmos.
Quizás seamos un sueño dentro de otro sueño dentro de otro, así hasta remontarnos al primer soñador y su primer sueño.
El primer soñador… ustedes le dicen Dios.